Lectura del día
Del Libro de Deuteronomio 4, 1. 5-9
En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo: “Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica y puedas así vivir y entrar a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de tus padres, te va a dar.
Yo les enseño mandatos y preceptos, como me ordena el Señor, mi Dios, para que se ajusten a ellos en la tierra en que van a entrar y que van a tomar en posesión. Guárdenlos y cúmplanlos, porque ellos son su sabiduría y su prudencia a los ojos de los pueblos. Cuando tengan noticia de todos estos preceptos, se dirán: ‘En verdad esta gran nación es un pueblo sabio y prudente’. Porque, ¿cuál otra nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos como lo está nuestro Dios, siempre que lo invocamos? ¿Cuál es la gran nación cuyos mandatos y preceptos sean tan justos como toda esta ley que ahora les doy?
Pero ten cuidado y atiende bien: No vayas a olvidarte de estos hechos que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; al contrario, transmíteselos a tus hijos y a los hijos de tus hijos”.
Evangelio del Día
Evangelio según Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.
Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”.
Reflexiones del evangelio de hoy
«Si, como hijos, los creyentes quieren parecerse al Padre, no deben limitarse a la simple letra de la ley, sino vivir cada día el espíritu del mandamiento del amor. Hasta el punto de rezar por los enemigos.[…] Sin embargo, los doctores de la Ley daban ‘una explicación demasiado teórica y casuística’ de la Ley de Moisés. Era una Ley muy empobrecida en la que faltaba el corazón mismo de la Ley, que es el amor de Dios, que nos ha sido dado. Por eso el Señor repite lo que ya estaba escrito en el Antiguo Testamento: que el mayor mandamiento es amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas, con toda el alma, y al prójimo como a nosotros mismos. En la explicación de los Doctores de la Ley esto ya no estaba tan en el centro. En el centro estaban los casos: ¿pero se puede hacer esto? ¿En qué medida se puede hacer esto? ¿Y si no? La casuística propia de la Ley. Por eso Jesús vuelve a recuperar el verdadero sentido del espíritu de la Ley para llevarlo a su plenitud». (Santa Marta – 14 de junio de 2016)