Misa ofrecida por el Papa Francisco desde Santa Marta en el Vaticano
Es domingo día del Señor, día en que la Iglesia celebra siempre la triunfante resurrección de nuestro Señor Jesucristo día de precepto, pero especialmente día en el que participamos de nuestro culto, ya sea presencialmente, ya sea a través de los medios de comunicación, porque es el día especial de la alegría, nos reunimos como familia, como comunidad cristiana, allí donde estemos para dar las gracias al Dios que ha ofrecido su vida por nosotros, por el Dios amor que ha pagado el rescate por nuestros pecados por el Dios de infinita misericordia.
Muriendo ha dado muerte a la muerte y en ella nos ha dado la vida.
Este domingo pongamos en el altar del Señor todas las muertes nuestra vida, todos nuestros fracasos, nuestros dolores nuestras tristezas, porque allí resucitará el Señor para darnos nueva vida, acerquémonos entonces con confianza infinita en las manos del Buen Padre Dios, poniendo delante de él todas nuestras vidas sin ningún atisbo de ciclismo sin pensarnos perfectos porque somos cristianos al contrario como pecadores arrepentidos, pero conscientes de que hemos sido amados desde la eternidad por el mismo Dios pongámonos ante él y dejémonos sanar y abrazar por su ternura es Dios que viene a nuestro encuentro.
Eucaristía presidida por el Papa Francisco y en cada Eucaristía que se celebre en cualquier altar del mundo es Dios que la humildad del pan y el vino se hace presente de modo sacramental con su cuerpo y con su sangre y se nos ofrece como alimento sí porque él dijo que cuando dos o más se reúnan en su nombre él estará en medio nuestro y es el que nos ha dicho que no nos dejara solo se ha quedado en su Palabra se ha quedado en la presencia en la comuna también en la presencia de aquellos más necesitados y en la presencia excelente de su cuerpo precioso y de su sangre Salvador ha ofrecido y sangre derramada en la cruz y que se hacen presente ahora en el sacramento de la Eucaristía iniciamos nuestra celebración.